Por Dr. Bret Stetka, médico estadounidense

 Hace poco cumplí 42 años. Habiendo perdido a mi abuelo por Alzheimer y con mi madre padeciendo una enfermedad neurodegenerativa similar, soy muy consciente de las enfermedades que pueden acechar bajo mi cráneo.

 Ante la falta de una cura para la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia, las intervenciones más importantes para mantener la función del cerebro son preventivas:las que ayudan a mantener nuestro órgano más maravilloso y misterioso.

 Basándome en la ciencia, tomo aceite de pescado y como salmón a la parrilla. Hago ejercicio. Trato de estimular mi corteza cerebral con lo desconocido.

 Mientras escribía mi libro reciente, Una historia del cerebro humano, que describe la historia evolutiva de cómo nuestro cerebro llegó al momento actual, comencé a percatarme de que muchas de las influencias que daban forma a la evolución de nuestro cerebro en primer lugar reflejaban las medidas que utilizamos en la actualidad para preservar nuestra función cognitiva.

 Ser una persona sociable y muy comunicativa. Explorar las actividades creativas.Comer una dieta omnívora variada, baja en alimentos procesados. Ser físicamente activo.

Estos rasgos y conductas reflejan nuestro pasado, y creo fueron instrumentales en por qué continuamos en el planeta hoy día.

Y todos fueron posibles, al menos en parte, gracias a nuestro cerebro.

 Por «humano» no solo me refiero al Homo sapiens, la especie a la que pertenecemos, sino a cualquier miembro del género Homo. Nos hemos acostumbrado a ser la única especie humana en la tierra, pero en nuestro pasado no tan lejano probablemente hace unos cientos de miles de años, éramos al menos nueve los que andábamos por ahí.

Tomado de Medscape