La desnutrición, ha sido visibilizada en el marco del cambio de gobierno de Ecuador y el flamante presidente Guillermo Lasso lo ha planteado como otro punto de “encuentro” en la gestión de su mandato.
“Otro punto de encuentro es la erradicación del hambre, especialmente la desnutrición infantil. Es ésta quizás la peor de las desigualdades porque sus consecuencias perduran en el tiempo, en los problemas de crecimiento que padecerán miles de niños que actualmente no reciben alimentación adecuada” señaló en su discurso de posesión, este 24 de mayo.
“La imperdonable inacción de hoy, nos está costando el mañana. Pero el momento llegó para actuar. Este país de encuentro protegerá por igual a todos sus niños, nazcan donde nazcan” enfatizó.
La desnutrición crónica infantil es considerada uno de los principales problemas de salud pública del Ecuador, donde 3 de cada 10 niños menores de 2 años la padecen. El país es el segundo con mayor proporción de América Latina y el Caribe, después de Guatemala, según alerta la el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef.
Además de afectar a las personas que lo padecen, la desnutrición tiene un fuerte impacto en el desarrollo económico y social en los países. En Ecuador, los gastos asociados a la malnutrición —como salud, educación y pérdida de productividad— representan alrededor del 4,3% del producto interno bruto (PIB).
Si bien la falta de alimentos adecuados y suficientes para la edad de un niño es uno de los determinantes, existen otras causas, como el agua y el saneamiento, las condiciones de la vivienda y, sobre todo, los controles de salud durante los primeros 1.000 días de vida.
La desnutrición afecta al 27,2% de los niños menores de 2 años en Ecuador. Esta problemática repercute en la productividad del país y tiene un impacto a lo largo de la vida de las personas.
Un niño con desnutrición crónica tiene una talla inferior a la estándar para su edad, por ejemplo, puede tener 4 años, pero parecer de 2, lo cual dificulta su detección y puede permanecer invisibilizada. Una vez que el retraso en el crecimiento es diagnosticado, no hay marcha atrás. Por eso es clave apuntar a la prevención y comprender la dimensión de la problemática.
Desde 1993, Ecuador ha llevado adelante alrededor de 12 programas relacionados con salud y nutrición, pero la curva de la DCI en menores de cinco años casi no se ha movido. Entre 2014 y 2018, incluso incrementó de 24,8% a 27,2% en niños menores de dos años y a uno de cada cuatro menores de cinco años en el Ecuador.
Una vez que el retraso en el crecimiento es diagnosticado, no hay marcha atrás. Por eso es clave tomar medidas en los primeros 1.000 días, para prevenir esta condición.
Un niño o niña con desnutrición crónica puede tener problemas de aprendizaje en la edad escolar, sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles, como hipertensión o diabetes en la vida adulta, y dificultades para insertarse en el mercado laboral.
Además de afectar a las personas que lo padecen, la desnutrición tiene un fuerte impacto en el desarrollo económico y social de los países. En Ecuador, los gastos asociados a la malnutrición —como salud, educación y pérdida de productividad— representan el 4,3% del producto interno bruto (PIB) ecuatoriano.
El Ecuador debe poner fin a la desnutrición crónica. Los niños y niñas merecen el mejor comienzo en su vida. El país no puede esperar ni un segundo, ni un minuto, ni un día más. El Estado tiene que tomar acciones ya.