Por: Dra. Stefany Miño
Cuando se trata de limpieza y cuidado corporal todos nos ocupamos de nuestras manos, pies, cara, brazos, cuello y piernas, pero se nos olvida que también tenemos ombligo y que es muy importante mantenerlo limpio.
Aunque a simple vista es totalmente inofensivo, resulta que el ombligo es una de las partes de nuestro cuerpo donde más se resguardan y reproducen bacterias y hongos ocasionando malos olores e incluso infecciones.
La infección en el ombligo, denominada onfalitis, es un problema bastante frecuente también en los adultos. Sus síntomas suele ser enrojecimiento, hinchazón, mal olor, exudación… y en la mayoría de los casos su origen se encuentra en una higiene defectuosa.
El ombligo (del latín umbilicus; en griego ónfalos), también llamado pupo – es la cicatriz que queda tras la rotura del cordón umbilical en el bebé. Esta depresión de la piel, que ha sido tabú durante muchos años en la sociedad occidental, también puede enfermar.
La onfalitis más conocida es la que presentan algunos recién nacidos que se produce por contaminación del cordón umbilical durante su sección o por deficientes cuidados postoperatorios, debido a la infección de los gérmenes causantes (Staphilococcus aureus y Streptococcus beta hemolítico) por los vasos linfáticos y sanguíneos de la zona.
La onfalitis del adulto suele ser localizada, de evolución lenta y crónica que, generalmente, se relaciona con la falta de una buena higiene del ombligo y aunque no es muy conocida esta patología, aparece con bastante frecuente.
La onfalitis más conocida es la que presentan algunos recién nacidos que se produce por contaminación del cordón umbilical durante su sección o por deficientes cuidados postoperatorios, debido a la infección de los gérmenes causantes (Staphilococcus aureus y Streptococcus beta hemolítico) por los vasos linfáticos y sanguíneos de la zona.
Los microorganismos encontrados son principalmente Staphylococcus aureus (57%), Escherichia coli (14%), Klebsiella (10%) y anaerobios (39%).
Muchas veces los botones o tejidos de la ropa pueden irritar el ombligo y la zona que le rodea. Cuando el obligo nos molesta durante unos días, es importante acudir al médico de Atención Primaria para descartar otras anomalías y abordar cuanto antes el problema.
Los síntomas más comunes de la onfalitis son ombligo enrojecido, caliente, maloliente e hinchado (edematoso) por el que fluye un líquido e, incluso, en algunas ocasiones hasta pus.
El tratamiento consiste en una adecuada higiene del ombligo, junto con antibioterapia (el médico puede recetar pomada y/o antibiótico). Sólo en casos muy extremos se procede a un drenaje quirúrgico.
Los casos más leves pueden ser tratados con preparados tópicos con mupirocina, bacitracina o ungüento de cloramfenicol y control clínico.
Tumoraciones hiperpigmentadas de entre 5 y 25 mm de diámetro bordes regulares y límite netos, superficie hiperqueratósicas y verrugosas localizadas sobre cicatriz umbilical. Tomado de: Our Dermatology Online
Onfalitis recurrente
La presencia de una onfalitis recurrente en un adulto con una buena higiene del ombligo, debe obligarnos a descartar la existencia de una patología subyacente, generalmente un cierre incompleto del uraco (tubo que conecta la vejiga al ombligo), aunque pueden existir otras causas como quiste epidérmico, hernia umbilical, endometriosis, etc.
Por fortuna, todo lo que necesitas para mantenerlo limpio es un poco de jabón y agua.
A continuación, algunos tips para su limpieza.
- Lávate el ombligo cuando te bañes. A veces va a ser necesario lavarlo con más frecuencia si has estado sudando demasiado por ejemplo después de ir al gimnasio o clima caluroso.
- Aplica un poco de jabón y agua sobre tus dedos o una toallita para frotarte el ombligo suavemente y eliminar la suciedad, la mugre y las pelusas. Una vez que hayas terminado, debes enjuagar con cuidado toda la espuma.
- Para limpiar la parte interior del ombligo lo puedes hacer con una toallita o un hisopo. Limpia suavemente el interior del ombligo con agua y jabón y asegúrate de enjuagarlo bien después. No lo frotes con fuerza, ya que podrías irritar la piel que se encuentra alrededor del ombligo.
- Una vez que hayas terminado de lavarte, utiliza una toalla limpia para secar suavemente el área dentro y alrededor del ombligo. Es importante que mantengas el ombligo seco para evitar el crecimiento excesivo de bacterias y hongos.
Puedes evitar que la humedad se acumule en el interior del ombligo vistiéndote con prendas frescas y holgadas cuando el clima es cálido o en cualquier momento en que empieces a sudar.
No te apliques cremas ni lociones en el ombligo pues, si lo haces, podrías hacer que la humedad quede atrapada, creando un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias, hongos o levaduras no deseadas.
Si tienes un ombligo salido en lugar de uno hundido, es probable que puedas humectarlo de manera segura con un poco de aceite para bebé o una loción humectante ligera.
Sigue todos estos paso y listo, ya tienes un ombligo libre de bacterias.