Tras una jornada agitada, este miércoles 7 de abril, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) confirmó un “posible vínculo” entre la formulación y los casos “inusuales” de trombos, que los considera un efecto secundario “muy raro”, pero se ratifica en que el beneficio de su uso sigue estando por encima del riesgo.
Esta vacuna contra la covid-19 se perfiló como la gran baza europea para hacer frente a la pandemia y era además un ejemplo de la colaboración pública y privada en el mundo científico, al unir en un mismo cometido a la Universidad de Oxford y a la empresa anglo sueca AstraZeneca.
Sin embargo, desde su aprobación no ha dejado de toparse con problemas, lo que ha puesto en tela de juicio su credibilidad y le ha valido la desconfianza creciente de parte de los ciudadanos europeos.
La vacuna más usada en el mundo
En todo caso, el preparado europeo es el más usado en el mundo y se administra en 105 países, seguido de la vacuna de Pfizer-BionTech (82) y Moderna (35), según datos publicados esta semana por el portal alemán Statista.
Con una tecnología basada en un vector viral no replicante, esta vacuna presenta algunas ventajas frente a las de Pfizer y Moderna, desde un menor precio a una logística mucho más simple, pues se puede transportar y conservar entre 2 y 8 grados.
Llamada Covid-19 Vaccine AstraZeneca, hasta que el pasado día 30 cambió su nombre por Vaxzevria, se ha visto cuestionada no solo porque su eficacia, al menos en los ensayos clínicos, es menor que la de sus competidoras más directas, sino porque las reacciones leves tras la administración serían más frecuentes.
Tampoco ha ayudado que los grupos de edad a los que se podía suministrar hayan sido modificados en algunos países a medida que se iban conociendo sus efectos, ni las dificultades de AstraZeneca para cumplir con los compromisos adquiridos con la Unión Europea para suministrar el número de dosis pactadas.
Los problemas subieron de tono cuando se empezaron a detectar casos de trombosis de senos venosos cerebrales tras recibir la vacuna.
A mediados de marzo, países como Alemania, España o Francia decidieron una suspensión temporal, hasta que la EMA aseguró que no veía evidencias de una relación directa, aunque lo seguiría investigando.
Mientras algunos países continuaron con la vacunación, otros como Noruega y Dinamarca decidieron mantener la inoculación de ese suero en suspenso.