Desde el inicio de la pandemia del COVID-19, las personas han cambiado la forma en la que viven, como se alimentan y en general, las rutinas que solían mantener. Esto ha significado una modificación en los hábitos, lo que impacta de una u otra forma en la salud mental de las personas. Enfermedades como la ansiedad y la depresión se han acentuado con mayor fuerza en la sociedad a causa de la incertidumbre y la realidad del aislamiento que caracteriza este nuevo escenario.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, se calcula que, en Ecuador del total de discapacitados en el país, alrededor del 8,3 % corresponde a personas con depresión, siendo uno de los cinco primeros países de la región en cifras de discapacidad por depresión. “Encontrar una forma segura y rentable de controlar la ansiedad es uno de los grandes retos de la medicina en la actualidad y es ahí cuando alimentos, como el omega 3, empiezan a tener un rol fundamental” comenta Sandra Quintero consultora del negocio de nutrición humana para BASF.
Recientemente se han realizado estudios con el omega 3 para evaluar su potencial en el tratamiento o prevención de enfermedades psiquiátricas, incluidos los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad. Este tipo de alimento interactúa con moléculas relacionadas con el estado anímico dentro del cerebro, ya que los ácidos grasos poliinsaturados, omega 3, están presentes en las membranas cerebrales y pueden interferir y posiblemente controlar varios procesos neurobiológicos, como los sistemas de neurotransmisores, la neuroplasticidad y la inflamación.
Con el fin de aprovechar este y otros beneficios asociados al omega 3, la industria ha desarrollado métodos para extraer este nutriente no solo de los peces, como se conoce comúnmente, sino también a partir de las algas. “En comparación con el tradicional derivado de peces, el omega 3 extraído de las algas tiene características de color, sabor y textura diferentes, lo que lo convierte en una opción para elaboración de productos veganos; y para la industria de alimentos, tales como leches, leches de fórmula infantil, suplementos nutricionales, entre otros productos”, explica Quintero.
Han sido más de 19 ensayos clínicos, que incluyen un total de 1.203 participantes, en los que los análisis sugieren que el omega 3 es efectivo para tratar este tipo de enfermedades, demostrando que “el consumo regular de este nutriente tiene un efecto neuroprotector y modulador del ánimo.
Además, reduce el riesgo de presentar condiciones degenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, y disminuye la probabilidad de experimentar síntomas depresivos. Es así como el consumo de una dieta mediterránea, que incluya pescados como el salmón, las sardinas, el atún, frutas, vegetales, semillas y aceite de oliva, es una fuente fundamental de omega 3, clave para mantener una buena salud física y emocional”, afirma Juan Manuel Orjuela, médico neuropsiquiatra.
Recientes investigaciones están validando si los suplementos de omega 3 también previenen la depresión en adultos mayores sanos, y si, además, alivia o previene otras afecciones psiquiátricas, incluidas la esquizofrenia, trastorno límite de la personalidad, trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno por déficit de atención. (I)