La sepsis es la respuesta abrumadora y extrema de su cuerpo a una infección. Es una emergencia médica que puede ser mortal. Sin un tratamiento rápido, puede provocar daños en los tejidos, falla orgánica e incluso la muerte.
La sepsis ocurre cuando una infección desencadena una reacción en cadena en todo el cuerpo. Las infecciones bacterianas son la causa más común, pero otros tipos de infecciones también pueden provocarla.
La rápida intervención de los servicios de urgencias y emergencias, así como la activación por su parte del Código Sepsis hará que se movilice el protocolo multidisciplinar en el que están implicados, enfermería, urgenciólogos, intensivistas, internistas y microbiólogos. La actuación protocolizada en la atención de los pacientes con sepsis conduce a una importante reducción de la mortalidad.
Las infecciones a menudo ocurren en los pulmones, el estómago, los riñones o la vejiga. Es posible que la sepsis comience con un pequeño corte que se infecta o con una infección que se desarrolla después de una operación. A veces, la sepsis puede ocurrir en personas que ni siquiera sabían que tenían una infección.
Cualquier persona que tiene una infección puede contraer sepsis , pero están en mayor riesgo los adultos mayores de 65 años; personas con afecciones crónicas, como diabetes, enfermedad pulmonar, cáncer y enfermedad renal; pacientes con sistemas inmunitarios debilitados, mujeres embarazadas y niños menores de un año.
La sepsis puede causar uno o más de estos síntomas:
Respiración y frecuencia cardíaca rápida
Confusión o desorientación
Dolor o molestia extrema
Fiebre, escalofríos o sensación de mucho frío
Piel húmeda o sudorosa
Es importante obtener atención médica de inmediato si cree que puede tener sepsis o si su infección no mejora o empeora. Los casos graves de sepsis pueden provocar shock séptico, en el cual la presión arterial cae a un nivel peligroso y pueden fallar varios órganos.
Un paciente diagnosticado con Sepsis debe recibir inmediato tratamiento, que incluyen antibióticos, mantener el flujo sanguíneo a los órganos, lo que puede significar asistencia con oxígeno y líquidos por vía intravenosa. Se debe tratar la causa de la infección y si es necesario, medicamentos para subir la presión arterial.
En casos graves, es posible que necesite diálisis renal o un tubo de respiración. Algunas personas necesitan cirugía para eliminar el tejido dañado por la infección.
Tomado de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y Medineplus