En Ecuador, los casos de COVID-19 han superado los 58,000 pacientes contagiados y más de 4,500 fallecimientos. Este panorama demuestra que el virus continúa en alza y la propagación no se detiene.

Si bien esta pandemia ha significado una amenaza para la población, existen determinadas personas comprendidas como grupos de riesgo, quienes son más vulnerables a los efectos de este virus. Sin embargo, es importante informar que, además existen ciertas enfermedades que debilitan el sistema inmunológico de los pacientes y por lo tanto, están expuestos a posibles contagios.

Un ACV sucede cuando el flujo de sangre se interrumpe por el bloqueo de un coágulo o trombo. Como consecuencia de esta obstrucción, parte del cerebro no recibe flujo y se priva de oxígeno. Por lo tanto, las células cerebrales afectadas no pueden funcionar y mueren en minutos, precisó el Dr. Luis Mario Piedra Bravo, Médico Neurólogo del Hospital José Carrasco Arteaga IESS Cuenca.

Según el último reporte del INEC (2019)[1], en el Ecuador, el ACV se ubica en la tercera causa de muertes en el país con más de 4.500 defunciones de hombres y mujeres representando el 6.2% del total de muertes. Además, un estudio publicado por la Revista Ecuatoriana de Neurología indicó que durante los últimos 25 años la enfermedad cerebrovascular fue la primera causa de defunción; y desde entonces la mortalidad en Ecuador ha ido aumentando, al igual que la morbilidad, generando incapacidad en los supervivientes y una importante demanda de cuidados que deben ser solventados por familiares, instituciones públicas o privadas; lo que implica una gran carga4.

La mortalidad hospitalaria a causa de esta enfermedad es aproximadamente del 10% y en estudios de seguimiento al año se ha encontrado una mortalidad del 20%

Cabe indicar que después de la edad de 55 años, el riesgo de accidente cerebrovascular se duplica, y dos terceras partes de todos los accidentes cerebrovasculares ocurren en personas mayores de 65 años2.

Ente los principales factores de riesgos que podrían originar posibles fallecimientos y la aparición de secuelas a causa de esta enfermedad, son la falta de reconocimiento de los síntomas; el 90% de personas no sabe detectar los indicios de un ACV, la demora en llegar al hospital o a una unidad especializada y los retrasos en la toma de decisión del procedimiento a seguir.  A lo anteriormente mencionado hay que sumarle que hoy, ante el distanciamiento social, el aislamiento preventivo y obligatorio y el temor al contagio del COVID-19, los pacientes no están asistiendo a tiempo para ser tratados.

El especialista Piedra Bravo recomienda que ante la aparición de los siguientes síntomas: la alteración para hablar (lenguaje poco entendible o imposibilidad de hablar), falta de fuerza en un lado del cuerpo (brazo y pierna); inicio súbito de dolor de cabeza sin causa aparente y la pérdida del equilibrio para caminar, los pacientes se dirijan, antes de las 4.5 horas, a un centro de salud. Esta es una enfermedad que debe ser tratada de inmediato y por los especialistas. Asimismo, no olvidarse de llevar puesta la mascarilla e implementos de protección necesarios para la prevenir el contagio del COVID-19.

 

[1] Estadísticas de defunciones generales en Ecuador, 2019. Instituto Nacional de Estadística y Censos. INEC. Ecuador, 2019.