Las declaraciones las hizo el director de Emergencias Sanitarias en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan. Esta organización ha advertido también de que en el futuro tendrá consecuencias en la salud mental y puede reducir la esperanza de vida global.

Cuando han pasado al menos cinco meses desde que el patógeno empezó a circular entre humanos -lo que se cree ocurrió en China- y muchos se preguntan cuándo darán resultados convincentes los esfuerzos internacionales para contenerlo, el alto responsable reconoció que el coronavirus puede quedarse, como tantos otros virus, ser endémico, como el del sarampión o el VIH.

“Puede convertirse en otro virus endémico en nuestras comunidades y estos virus pueden no irse nunca”, declaró Ryan en una rueda de prensa virtual.

Igualmente dijo que es muy difícil proyectar cuánto tiempo circulará de la forma en que lo hace ahora, sobre todo porque los estudios que se están haciendo en varios países revelan que el porcentaje de la población infectada es relativamente bajo.

Ese porcentaje incluye a personas que no sabían que habían contraído el coronavirus porque fueron asintomáticas o los síntomas que presentaron fueron muy leves, pero que han producido anticuerpos porque en algún momento estuvieron infectados.

Asimismo, la esperanza de una vacuna rápida es todavía incierta y Ryan sostuvo que para que se convierta en una verdadera alternativa para eliminar el coronavirus debería ser altamente eficaz, estar disponible para todos los que la necesiten en todo el mundo y, en último lugar, ser utilizada masivamente.

La COVID-19 afectará a la salud mental futura

La OMS también ha advertido de las consecuencias para la salud mental que está teniendo el coronavirus en el mundo y las que va a tener en el futuro, con un posible aumento de suicidios y de trastornos, e instó a los gobiernos a no dejar de lado la atención psicológica.

«La situación actual, con aislamiento, miedo, incertidumbre y crisis económica, puede causar trastornos psicológicos”, advirtió en una rueda de prensa digital Dévora Kestel, directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.

Este organismo considera probable “un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental” por el “sufrimiento inmenso de cientos de millones de personas” y los costes económicos y sociales a largo plazo para la población.

Pese al riesgo, y probablemente debido a la magnitud de la crisis, las necesidades en salud mental “no están recibiendo la atención que requieren”, algo que se agudiza por la falta de inversión y prevención en este terreno antes de la llegada de la pandemia.

Los grupos en mayor riesgo, señala Kestel, son “los sanitarios y personal de primera respuesta, con la ansiedad y estrés que están viviendo, niños y adolescentes, mujeres con riesgo de violencia doméstica, los mayores, por el riesgo de ser infectados, personas con condiciones mentales preexistentes u otras enfermedades, que tiene más difícil seguir recibiendo tratamiento”.

 amenaza con reducir la esperanza de vida global

Además, los seres humanos viven como media 5,5 años más ahora que a principios de este siglo, ya que la esperanza de vida global ha pasado de 66,5 a 72 años, pero éste y otros avances podrían reducirse con la pandemia de la COVID-19, advierte de la OMS.

Las Estadísticas de Salud Mundial que anualmente publica la organización, que aún no incluyen datos sobre 2020 y por tanto no muestran el impacto del coronavirus, indican avances que sin embargo se ven amenazados por la pandemia, subrayó la OMS al presentar los nuevos datos.

“La gente tiene vidas más largas y saludables, lo malo es que el progreso es demasiado lento para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible y que se retrocederá con la COVID-19”, señaló en un comunicado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Por otro lado, aunque la mejora en la esperanza de vida es patente, la OMS subraya que sigue habiendo una enorme brecha entre los países desarrollados, donde el indicador alcanza los 80,8 años, mientras que en las naciones en desarrollo es de 62,7 años (cifras de 2016).

España figura en el tercer lugar mundial, con una esperanza de vida de 83 años (80,3 para los hombres y 85,7 para las mujeres) sólo por detrás de los 84,2 años de Japón y los 83,3 de Suiza.

En Latinoamérica, encabeza las estadísticas Costa Rica (79,6 años), seguida de Cuba (79) y Panamá (78), mientras que los países con menor esperanza de vida en la región son Bolivia (71,5 años), Guatemala (73,2) y República Dominicana (73,5), según la OMS.

La esperanza de vida de Argentina en 2016 era de 76,9 años, 75,1 en Brasil y Colombia, 76,4 en Chile, 76,6 en México, 75,9 en Perú y 74,1 en Venezuela, de acuerdo con el informe.

Pese a la gran brecha entre países ricos y pobres, ésta se ha reducido a lo largo del siglo, ya que mientras la esperanza de vida media en los países en desarrollo aumentó 11 años entre 2000 y 2016, sólo lo hizo en tres años en las naciones más desarrolladas.