El tiempo juega a favor del nuevo coronavirus. Una sola partícula viral de SARS-CoV-2 puede hacer hasta 100.000 copias de sí misma en apenas 24 horas. En cambio, el sistema inmune tarda entre 15 y 21 días en montar una respuesta completa contra el virus. Pero el sistema inmune humano es una de las maquinarias biológicas más refinadas que existen. Está formado por decenas de miles de millones de células altamente especializadas en localizar y destruir cualquier patógeno. Por eso, en la mayoría de casos, nuestras defensas acaban ganando la batalla al coronavirus. Así es como lo hacen.
Casi de forma inmediata, después de que la primera partícula viral haya entrado en una célula, acuden los primeros efectivos del sistema inmune: los macrófagos. Estas son células devoradoras de patógenos y desechos que están presentes en casi todos los tejidos del cuerpo.
En estos primeros momentos de la infección también entra en juego otro tipo de células inmunes que nunca dejan de vigilar: las asesinas naturales.
Estos dos marcadores (la proteína C y la ferritina), junto con otros marcadores, se están usando para predecir qué pacientes tendrán complicaciones graves, pues están mucho más altos en los pacientes de peor pronóstico.
Muchas de las muertes por covid-19 se deben a una «tormenta de citoquinas», una sobrecarga de proteínas inflamatorias que acaban colapsando al sistema inmune. Esto puede suceder cuando los macrófagos son incapaces de resolver por sí mismos la infección. Las citoquinas segregadas por los macrófagos refuerzan la llegada de nuevos macrófagos y estos a su vez producen más citoquinas inflamatorias, lo que puede llevar el sistema inmune al agotamiento y al colapso.
El otro actor en la primera línea de respuesta del cuerpo son las células NK, o asesinas naturales, cuya misión es la localización y destrucción de las células infectadas.
Las células dendríticas son el enlace entre la primera y la segunda línea de defensa. Estas también engullen trozos del virus y se lo llevan por el sistema linfático hasta los ganglios, que son como cuarteles donde están el resto de miembros del sistema inmune.
El sistema inmune también envejece, por eso las personas mayores tienen más posibilidades de sufrir complicaciones o de morir por covid-19.
Una de las preguntas más importantes en esta pandemia es cuánto dura la inmunidad adquirida después de una infección. Aún no se sabe. Hasta ahora se ha observado que hay anticuerpos hasta al menos 39 días después de la aparición de los primeros síntomas. En estos momentos hay estudios en marcha para determinar si estos agentes siguen presentes durante más tiempo y si pueden neutralizar al virus pasados meses de la primera infección.
Algo similar pasa con los linfocitos. La respuesta inmune completa implica la producción de linfocitos de memoria que son capaces de volver a detectar la infección pasado mucho tiempo y reiniciar una respuesta inmune que acaba con ella en muy poco tiempo. Ahora mismo hay en marcha estudios en España y otros países sobre la cantidad y efectividad de los linfocitos a medio plazo. En este sentido se ha observado que algunos pacientes montan una defensa inmune innata correcta, pero sus linfocitos están muy debilitados, lo que puede contribuir a complicaciones graves e incluso la muerte.
Los estudios en profundidad de anticuerpos y células inmunes son fundamentales para el desarrollo de una vacuna efectiva. Si la respuesta inmune fuese incompleta o poco duradera haría más difícil desarrollar una inmunización efectiva pasado el tiempo, lo que es esencial para terminar con esta pandemia.
Tomado de Diario El País